domingo, 26 de enero de 2014

En agradecimiento a los/as niños/as que hacen realidad Raíces y Flores: Espacio de Educación Libre y Crianza en Comunidad.

Las personas adultas, padres, madres, profesionales en general podemos dedicar horas a la lectura de un libro de tal o cual corriente educativa y autor, asistir de vez en cuando a algún curso, participar en más de un grupo o en decenas de reuniones al cabo del año. Para evitar hacer lo obvio, observar y escuchar con atención a los/as niños/as que son los portadores de la herencia genética de nuestras raíces y la flor de nuestro presente, un saber de magnitudes desconocidas para nuestras mentes y de infinitas oportunidades para aprender de sus miradas, opiniones, ideas , motivaciones, propuestas y comportamientos.

Entender los orígenes de estas reflexiones es tarea de las ciencias y de la capacidad de asombrarse del mundo adulto.

Hace tres días Celia me explicaba con tan sólo tres años recién cumplidos, que “ella tenía miedo de que Pupa tuviese miedo”, el personaje del cuento –El abrigo de Pupa-. Hoy Iris, con tan sólo 14 meses, me muestra como trabajar la coordinación visomotora y la psicomotricidad fina de sus pies jugueteando con bellotas y almendras en el suelo. Alejandra, con cinco años, decía el lunes pasado “allí sí que me lo he pasado bien”, después de transplantar mirtos, lentiscos y romeros, y experimentar con barro entre sus dedos a modo de pinceles. Hoy Elhoy, con 16 meses, me despide con un abrazo verdadero, ese que hace sentir la fusión del pecho con el espíritu.

¿Hay más sabiduría que la capacidad de observar, sentir y asombrarse?

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