Las relaciones y los procesos educativos en los primeros momentos ayudan en la maduración del sistema nervioso central, inmunológico, digestivo, perceptivo, etc. a través de las interacciones que se provocan con el entorno, sus elementos y el contexto social.
La autonomía para moverse, indagar, investigar, gatear, andar, saltar, deambular, correr, agacharse, subir y bajar, esconderse, jugar son muestras de estas interacciones que se producen de forma espontánea, y que sirven para que nuestro organismo madure en contacto con estímulos que hacen que el sistema perceptivo, “olfativo, gustativo, táctil, auditivo y visual”, por este orden, vaya procesando e intercambiando información con el exterior. De manera que olores diversos despierten seguridad y curiosidad, los sabores despierten la imaginación, el contacto con diferentes texturas estimule las conexiones neuronales, la audición de sonidos suaves, armoniosos y naturales provoque dinamismo y la observación de colores, fondos y figuras con gradaciones de tonalidades naturales afina nuestra visión respetando su maduración.
Esto lo señalamos queriendo precisar la importancia que para el sistema inmunológico del niño/a poseen los entornos naturales, por señalar algo, las propiedades aromáticas de las plantas que son percibidas y recogidas por el cerebro y trasmitidas por las sinapsis del sistema nervioso central, generan sensaciones, sentimientos, emociones e interacciones entre nuestro organismo que le ayudan a enriquecer su repertorio de comportamientos adaptativos al medio.
Poco a poco el sistema inmunológico se va habituando a interaccionar con bacterias y virus, nuestras células conviven y van incorporando a estos seres que de modo equilibrado producen un sinfín de beneficios, y que cuando se vuelven resistentes y patógenos causan fiebres, mucosidades, enfermedades y patologías.
El concepto de sí mismo se construye desde las primeras experiencias del bebé/a con las personas de apego (familia y profesionales) con las que se relaciona en la vida cotidiana, por ello la madre de día juega un papel fundamental, porque atendiendo a no más de cuatro niños/as, acompañando sus interacciones con el resto de niños y niñas y el entorno, siendo éste lo más natural y familair posible, y en contacto con seres vivos que despiertan sentidos y provocan movimiento para sus sistemas perceptivo y locomotor. Esta relación marca la vida de cualquier niño/a en el respeto a las plantas y los animales, los bichitos y los materiales, porque desde el cuidado se despierta un mundo emocional verdadero de amor y confianza hacia si mismo, y posteriormente hacia las demás personas y seres vivos.
El afecto y el cariño de la familia son el mejor complemento alimenticio, junto con la leche materna y los primeros alimentos, que necesitamos ingerir y sentir. La madre de día ayuda a complementar todo este sistema nutricional y afectivo-emocional, con sabiduría, respeto, cariño, escucha, atención y conocimientos profesionales.
Nuestro proyecto se encuentra asociado a otras iniciativas dentro del Colectivo de Madres de Día en Andalucía Asociación AMAD, que lucha por su reconocimiento institucional y profesional, puesto que cada día más y más familias se sirven de esta figura y sus servicios para atender correctamente a sus hijos/as, en algunas comunidades como La Rioja y País Vasco han llegado a encontrar el apoyo económico de las Consejerías de Bienestar Social de ambos gobiernos autonómicos.
Recientemente hemos encontrado referencias a las Madres de Día en España en los medios de comunicación caso de: ¿Mejor en la guardería o con una "madre de día"? dando un paso de gigante a lo que en otras épocas no eran más que iniciativas aisladas en nuestro país, y todas las referencias a su existencia procedían de Suecia, Alemanía, Finlandia, Holanda, etc. ver: Madres de día (23/11/1989)
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