viernes, 4 de octubre de 2013

Nos levantamos con agua... y nos acostamos con sol

Un día más en la vida de Raíces y Flores: Espacio de Educación Alternativa y Crianza en Comunidad descubrimos que este proyecto cobra sentido e importancia para niños, niñas, familias y amigos/as, cada situación y momento nos regala un aprendizaje, un modo diferente de entender la realidad.

Nos saludó la mañana con truenos y relámpagos, un aguacero en forma de chaparrón, y a eso de las 10:30 con adelanto a la hora prevista, llegaron Sara y Juan, su pequeño, madre e hijo venían a conocer Raíces y Flores, Estefi e Iris se iban levantando mientras yo preparaba unas tostadas ríquisimas de pan elaborado por nosotros, y otro traído de Aracena, aderezado con aceite de Gerena, Olea Naturae, de nuestro amigo Plácido, y todo ello acompañado de una infusión de Té hojicha y cardomomo. En nuestro proyecto educativo la alimentación cobra un papel fundamental porque desde los momentos cotidianos trabajamos nuestras actitudes, y el nutrirse es una de las necesidades básicas a aprender a satisfacer. No en vano puede parecer algo vanal, sin embargo la energía con la que nos levantamos para empezar cada día está muy relacionada con nuestra forma de alimentarnos y la delicadeza con la que preparamos nuestro desayuno. Cada momento, cada gesto encierra una enseñanza, y una oportunidad para aprender, Juan decide sabiamente que al igual que Iris, mejor un trocito de tostada que una galleta, aunque venga con dibujos, "como se las gasta la publicidad en los alimentos", en ocasiones parecería que ésta nos alimenta más que el grano de trigo.

Mientras Juan, en el porche va investigando el entorno, interaccionando con su medio, descubriendo unos fantásticos y curiosos "bichillos" que con casa a cuestas nos muestran su camino con la brillantez y la suavidad de su babilla, caracoles pequeños, casi diminutos, y grandes como los burgajos nos anuncian que pronto saldrá el primer rayo de sol entre tanta nube.

Juan inquieto de un lado para otro, explora todo el espacio de juego que tenemos al aíre libre, sí sin techos, con cielo en lo alto, donde se respira aire fresco y se pueden ver los pájaros volar, con tuyas al fondo donde se posan los mirlos por el día y los mochuelos por la noche, a veces nos visitan las abubillas, esos pájaros de largo pico que disfrutan con un insecto como manjar.

Sara nos cuenta, nos pregunta, se interesa por saber cuál es nuestro proyecto, nos explica sus motivaciones, y compartimos un desayuno movido de un lado para otro, mientras conversamos. Le contamos que para un niño/a en sus primeros años de vida, lo más importante es crecer rodeado de respeto, escucha, atención y afecto. Donde aprenda a conocer-se en relación a sí mismo, al medio con el que interacciona y a las personas con las que convive (su pequeña comunidad). El medio se convierte en el espacio de interacción, aprendizaje, formación, estimulación sensoriomotriz y desarrollo psicomotor, todo ello modula el crecimiento interior del niño/a en las diferentes etapas del desarrollo. Le seguimos explicando cómo son los espacios, que no son más que eso espacios a dinamizar con la vitalidad de niños y niñas, experiencias, contenidos, habilidades y conocimientos por cada persona que interacciona en ellos.

Mientras Iris y Juan siguen investigando, ahora en el rincón de la naturaleza, y nos vamos a conocer a Belfi que se encuentra sumergida en el estanquito, y saludamos con alegría a Turuleta, nuestra gallina que siempre nos regala algún picotacito suave y cariñoso, nos acompaña mientras entre paso y paso enguye una hierba fresquita, y algún que otro insecto.

Juan e Iris no cejan en su empeño con los caracoles, expresivo, el primero, nos explica que pisó un caracol en el arenero, y esto le preocupa, un momento después está saltando en la tierra, la vida es intensa, cada instante cuenta y la niñez nos narra sus acontecimientos, atentos escuchamos, observamos y disfrutamos.

Sara y Juan, se marchan a coger el autobús, quedamos en seguir viéndonos contándonos, cuando vuelva Juan, su pareja, el papa de Juan, nuestro visitante que se despide en la puerta diciendo adios, y mirando al suelo, no, no es que sea tímido, sino que se despide de su amigo caracol que está en el quicio de la puerta. Sí, porque los niños son tan impredecibles, observadores y considerados que se despiden de los animales, de los lugares y de las personas, y esta mañana sus amigos caracoles han compartido un ratito de su vida. Seguro que pronto volveremos a encontrarnos, para seguir aprendiendo...

Después de una mañana intensa, y poniendo color a algunas cajas que se convierten en recurso educativo y didáctico para interaccionar con un medio dinámico que cambia de forma y de lugar, creativo, manejable, orgánico y repleto de posibilidades. La caja de cartón lo mismo puede ser una ventana, que el escenario de un guiñol, la pared de una casa, la estantería de los libros y los juegos, un lugar donde esconderme, un material que decorar y donde pintar, el suelo confortable de un juego, la banqueta o la mesa, quien dijo: ¿qué váis a hacer con tantas cajas? Seguramente una mente adulta, para un niño o niña la caja es un tesoro con el que descubrir un momento de diversión y cre-acción.

Por la tarde, vinieron Daniela y Nacho, de cinco y tres años respectivamente, con su mama Rocío, amiga y compañera, nuestra amiga Lola. Venían algo cansados, con ganas de finalizar el día, de llegar a casa, quizás de no ir en el coche, ese espacio cerrado donde hay que ir en sillas individuales amarrados, y bien ataviados de cinturones de seguridad. Seguridad que roba libertad, ¡ojo! necesaria, pero incómoda.

Se descuelgan del brazo de Rocío, cuando ven a Iris disfrutando en su arenero, y ne unen a la idea de jugar con la tierra, disfrutar del elemento natural del que procedemos, con el que más vinculado se sienten los animales, incluido el ser humano, y el que más plasticidad regala a sus manos y cerebros. Con un regalo, sí habíamos preparado un bizcocho de harina de espelta, algarroba (de Rincón del Segura), huevos de Montse y almendras de Portugal, nos gusta saber de donde provienen nuestros alimentos. En nuestro proyecto educativo, que es de desarrollo a escala humana, apoyamos los canales cortos de comercialización, la agroecología y la pequeña producción artesanal, en coherencia hacemos nuestros propios cuidados naturales y artesanos, como nuestro conocimiento y experiencia profesional la ofrecemos y compartimos con los demás, para seguir tejiendo redes y libertad.

Sí, la interdependencia y la autosuficiencia nos hace más libres, responsables y nos dota de autonomía para elegir, no depender, sucumbir, alienar-se, sino crecer, construir y colaborar. Esto también lo compartimos y enseñamos en nuestras relaciones con los niños y niñas. Porque ellos y ellas como sabios que son, con la herencia viva de la naturaleza y la percepción abierta hacia la realidad, conectan con las personas y el medio de forma directa, dinámica e interactiva, se retroalimentan con la energía viva del suelo, de los árboles, de los insectos, las aves, etc.

Iris, Daniela y Nacho, siguen negociando el uso de la flauta, la pala, el rastrillo, el cubo, ... marcando sus propios límites, mostrando que cada una/o debe esperar a que el otro termine de utilizar algo para tomarlo, y que en todo caso lo pide con la palabra, porque el gesto de coger sin más tiene su respuesta en forma de eeeh! o lo estoy utilizando yo. Nosotras permanecemos atentas, apoyamos el respeto, el diálogo, la negociación base de la convivencia, y los límites nos ayudan a sentirnos a todos y todas seguros/as, tanto a niños/as como personas adultas, puestos desde el respeto, el sentido común y la escucha.

El rato de convivencia transcurre, y cuando deciden que es hora de recoger la caja de verdura ecológica, que Gregorio dejó en casa para continuar su marcha, les sugiero una foto. ¿Por qué una imagen vale más que mil palabras?

Cada momento compartido nos muestra que nuestro espacio, el que vamos construyendo en primera persona Iris, Estefi y yo, tiene sentido para los demás, aprovisiona de energía, alegría, diversión y emoción. Quizás algo tenga que ver con cómo se ha pensado y diseñado el espacio, también la ilusión y afectividad que ponemos a cada instante y relación, la vitalidad con la que vamos creciendo y madurando.




Como decía el miércoles en una clase de Pedagogía Ambiental en la Facultad de Ciencias de la Educación donde vengo apoyando, colaborando y compartiendo proyectos y trabajo:
No tenemos dinero, pero tenemos ilusión.
No tenemos poder, pero tenemos amigos y amigas.

Lo más importante en esta vida somos nosotros mimos, nuestra salud y equilibrio, la armonía en las relaciones con los demás, la utopía como amiga y la amistad de nuestros seres más queridos.


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